Una de esas emisiones mágicas en la gran pantalla fue el clásico de Puccini, Turandot, celebrada al aire libre desde la bahía de Sidney. Un asombroso escenario que permitía quedarnos boquiabiertos ante la dirección de Chen Shi-Zeng.
La espectacularidad del escenario con un gigantesco dragón y una pagoda donde la princesa lanza sus acertijos para impedir unirse a pretendiente alguno, estuvo aderezado por unos coros magníficos y unos intérpretes justos y precisos, sin alardes, sino adaptándose concienzudamente al drama.
Shi-Zeng jugó muy bien con la rotundidad de las voces, tremendo el "Nessun Dorma" de Ricardo Massi, y la ambientación en sí. La vestimenta exótica y colorida se unió al ya mencionado dragón de casi 60 metros que escupía fuego y se llegaba a transformar en una gran muralla midiéndose a esa pagoda de casi 18 metros de altura donde los artistas subían y bajaban.
Disfruté mucho con una de mis óperas preferidas, descubrimos al tener Ricardo Massi, y asistimos a una gran tarde de ópera, imaginaos si hubiésemos estado en Sidney en vivo... ¡Ay, lo que al directo no se puede llegar, que nos lo traiga el diferido!
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