13 dic 2017

Skyfall con Daniel Craig




No podía faltar entre mis crónicas más pasionales la película de Skyfall que recientemente han puesto por televisión. Adoro la saga de James Bond, pero la que encarna Daniel Craig, uno de mis actores fetiches. Y en especial está tercera entrega. Hay tantos motivos por los que siempre me mantiene embelesada que temo  a que al enumerarlos me deje alguno.

Para empezar me encandila ver a un Bond casi vencido por el paso del tiempo. Él que es el sumun de la tradición, aunque muchas veces se salte las normas,   ve cómo las nuevas generaciones vienen pisando fuerte. Recuerdo esa maravillosa escena en la National Gallery frente al cuadro de Turner entre Q y Bond. Ambos miran la obra que representa un barco antiguo que se hunde frente al barco de vapor que se levanta osado en el bravo mar que simboliza a esa juventud que arrasa con su modernidad y descaro.


 Pero aunque las pruebas físicas pasan factura a Bond, y verle produce en mi un sentimiento de ternura y de orgullo, da gusto comprobar como James siempre se levanta porque por muy hundido que esté Bond tiene fuerzas para decir que M es una zorra. Los viejos zorros tienen la potestad y la experiencia de la vida.

Al mismo tiempo Skyfall destila drama, pero drama al mayor estilo Shakesperiano, ese duelo final con los dos hijos ante la madre M bien podría haber sido un Hamlet o un Macbeth con el alma de los personajes llena de escorpiones. Y como para mi todo puede tener cabida en Bond, me emocionan y encandilan estos efluvios de mi querido Will.



Y luego está ese Daniel Bond en Shangai, con el dragón chino haciéndole de escolta y paseando por los casinos y los rascacielos de esa exótica ciudad china. Un James que pasea entre fichas de juego, trajes de vértigo y miembros de la triada, con el aplomo y el carisma que Craig nos tiene acostumbrados. Bendita costumbre!


Y también me detengo en Londres, mi adorada City, donde paseo con Bond por ese Trafalgar Square y con carrerita incluida entramos en la National, y me siento con él delante del Turner con el Gainsborough al fondo. Y es por ese mismo Londres subterráneo por el que mantenemos una persecución endiablada por la línea de metro. Y me entra nostalgia de Londres hasta por su underground. Y corro con Bond por sus calles como si me fuese la vida en ello. Me encanta Skyfall por lo bonito que sale London.



Y para rematar esta maravilla viajo hasta Escocia, otra de mis debilidades, y me empapo de sus montañas, de sus brumas y hasta me puedo imaginar a Daniel Craig como un highlander.
Creo que queda suficientemente demostrado que soy pasionalmente objetiva con esta película, y para más inri siempre recordaré un viaje a Londres en la que fui a ver Skyfall con uno de mis mejores amigos.
Skyfall my name is Skyfall.


Conclusión da igual las veces que vea esta película pues siempre me seguirá emocionando.











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